Hoy, por eso de ser Viernes, voy a escribir una entrada más personal, me he pasado las dos últimas semanas, casi, en Andorra y alrededores, el viaje en tren, aburrido al extremo al principio, todo hay que decirlo, un viaje de ida larguísimo, con un viaje de vuelta que se me hizo corto incluso porque decidí desmelenarme, sacar el portátil de su maletín y ver unas cuantas películas gracias a que el tren ¡tenía enchufe! que no todos tienen, con unas ganas enormes de volver a casa, al fresco, después de muchos días a más de 32º.
Pero
no son mis vacaciones lo que quiero contar sino la anécdota que todo viaje debe tener, en esta ocasión se produjo en el viaje de vuelta, los protagonistas fueron un matrimonio de setenta y pico años que decidieron venir a Asturias unos días, ¿su elección?, el Alvia. Hasta ahí todo bien, pero
llegamos a León, el tren empieza a ir marcha atrás, a ellos les llama la atención, y una mujer les dice que será así todo el camino hasta Gijón, el señor, muy listo él, dice que es mentira, que eso es imposible.
Llega la hora de bajar del tren ....