Me hacen gracia las famosillas pijochonis de este país, mucha gracia porque ellas, que se mueven seguramente en Mercedes, BMW y demás fauna automovilística de lujo, se atrevan a opinar de la subida del transporte público en Madrid, como ha hecho la reina del pijochonismo español que responde a las iniciales de CL, asegurando que está indignada (seguro que tremendamente *rolleyes*) y que se siente una perroflauta de la vida (los collares antipulgas son lo más fashion ever en el mundo "perrunofláutico"), esa fauna son los menos indicados para dar opiniones al respecto de problemas que afectan a la mayor parte del país, y por qué, pues por la sencilla razón de que a ellos la crisis no les afecta, pueden seguir comprando sus bolsitos de Chanel, de Prada, sus zapatitos de suela roja made in Louboutin, que vamos, no creo que sean de imitación, y a seguir yendo a la peluquería casi todos los días.
Estas pijochonis deberían inyectarse menos bótox y más neuronas y sobretodo estar calladitas, porque así no se les crean marcas de expresión en la cara plastificada tales como patas de gallo por ejemplo.
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